Capítulo 7.

Amanda Turner

Supe que la habíamos cagado y de una manera impresionante cuando vi salir a mi padre de la habitación. Se quedó durante unos segundos mirándonos a los dos, supongo que buscando las palabras para la bronca que se avecinaba.

- Creo que ninguno de los dos me escucha cuando hablo, ¿verdad? –empezó a decir. Intentaba sonar calmado pero la voz iba endureciéndose poco a poco.- ¿O es que acaso os pensáis que soy idiota? ¿Tenéis montado un complot para intentar hacer lo que os da la gana sin que me entere? –siguió levantando cada vez más la voz.

- ¿Qué es un complot tortuguita? –dijo mi hermano, dándose la vuelta para mirarme. Intenté reprimir una risita. ¿Tortuguita? Estaba fatal.

- No vais a decir nada, ¿no? –siguió hablando mi padre.- Bien, ¡perfecto! ¡Castigados los dos hasta nuevo aviso! –gritó.- Y dadme los móviles, ¡vamos! –dijo poniendo la mano estirada para que se los entregáramos.

- No sé dónde está el mío.-dijo mi hermano mirando a todos lados. Metí la mano en el bolsillo derecho de su pantalón y saqué su móvil. Se lo di a mi padre junto al mío.

- ¡Y ahora a la cama! –volvió a gritar y consiguió despertar a mi madre, que salió también al pasillo.

- ¿Qué pasa aquí? –preguntó medio dormida.

- Que tus hijos se piensan que pueden hacer lo que quieran y no es así.-explicó brevemente mi padre, aun cabreado mientras nos miraba alternativamente a mi hermano y a mí.

- Y él se cree que somos niños.-habló mi hermano iniciando con aquella frase una discusión con mi padre.

- Vale, ya. Todo el mundo a la cama.-dijo mi madre poniendo un poco de orden. Mi hermano fue el primero en dejar el pasillo, se metió en su habitación y cerró la puerta dando un portazo.

- Tiene razón. Ya no somos unos niños. Deberías asimilarlo.-dije imitando a mi hermano.

Había sido una noche divertida aunque nos había costado un buen castigo. Ya se le pasará pensé. Me tumbé en la cama y unos segundos después había caído en brazos de Morfeo.

Elizabeth Hunt

Unos ojos marrones me miraban desde el otro lado de la pista de baile. Como si de un hechizo se tratase, mis piernas empezaron a moverse sin permiso, adentrándose entre la multitud. Miraba a todos lados, algo perdida rodeada de tanta gente hasta que unas manos se posaron en mi cintura, asustándome un poco. Aquellas manos me hicieron girar sobre mi misma para quedar frente a él, bueno, más bien, para quedar embrujada por esos intensos ojos marrones. Sin duda, los más bonitos que había visto en toda mi vida.

Me levanté sobresaltada y descubrí que estaba en mi cama, en mi habitación. Todo había sido un sueño. Un sueño un tanto extraño del que solamente recordaba aquellos ojos. ¿De quién serían? Me resultaban familiares pero no lograba identificar a su dueño. Sacudí levemente la cabeza, intentando despejarme y salí de la cama. Una vez más, mi madre seguía en su habitación. Llamé a su puerta en un nuevo intento inútil de hacerla salir. Resignada, bajé a la cocina a prepararme un café bien cargado acompañado por una pastilla para el dolor de cabeza. Hacía tanto que no salía por ahí que no recordaba lo alta que ponen la música en las discotecas. Pasé el resto de la mañana, tirada en el sofá. Después de comer, envié un whatsapp a Amy aunque como no obtuve respuesta, opté por salir a dar una vuelta. Con el skate en mano, una de mis muchas gorras y algo de dinero en el bolsillo del pantalón, salí de casa.

- ¡Eli! –dijo una voz detrás de mí. Me giré para encontrarme con Josh, que corría hacia mí. Paré de andar para esperarle.

- Hola.-saludé.

- ¿Dónde vas? ¿A practicar un poco? –asentí.

- He intentado quedar con Amy pero no me contesta, así que sí, iba a practicar un rato.

- Yo tampoco he conseguido hablar con Dani en toda la mañana.-respondió.- Voy a tomar algo con Niall, ¿por qué no vienes con nosotros?

- Mejor no, habréis quedado para una tarde de esas de chicos, no quiero molestar.

- Vamos, anímate. A Niall no le importará que vengas mientras no te comas su comida, y a mí tampoco porque si no, no te habría invitado.

Le miré con la ceja alzada pero al final logró convencerme. Caminamos mientras charlábamos, uno al lado del otro, hasta que llegamos a una cafetería del centro de la ciudad. Nada más entrar, distinguimos una cabecita rubia que se escondía tras la carta. Nos acercamos hasta allí.

- ¡Bu! –dije queriendo asustar al irlandés.

- Anda, mi ligue.-contestó y ambos reímos. Nos saludamos con un pequeño abrazo y él y Josh chocaron los puños. Nos sentamos en las sillas libres y al rato, una camarera vino para tomarnos nota.

- ¿Todo eso te lo vas a comer tú solo? –pregunté escandalizada al ver que en su plato había dos croissants, un pedazo de tarta de chocolate y un par de magdalenas. Todo ello acompañado de un vaso de tubo lleno de batido. Él asintió.

- Y no pienso darte nada.-concluyó. Reí y miré a Josh que se encogió de hombros como diciendo “él es así, ya te acostumbrarás”.

Pasamos una tarde bastante divertida ya que entre los dos me contaron un montón de anécdotas que les habían ocurrido desde que empezaron con la primera gira. Nos despedimos un poco antes de la hora de cenar.

- Adiós, ligue.-me dijo Niall y reí. Supuse que, si seguíamos viéndonos a menudo, yo me había quedado con ese mote para los restos.- Nos vemos mañana en el ensayo, Josh.

- Adiós, glotón.-le contesté.

- Hasta mañana.-respondió Josh y ambos caminamos de nuevo por dónde habíamos venido.

Ginger Bennet

Se suponía que anoche tenía que haber sido la mejor, bueno, una de las mejores noches de mi vida. En realidad, lo había sido pero entonces, ¿por qué no estaba feliz? ¿por qué no me sentía bien? ¿por qué, sin embargo, me sentía totalmente diferente, como si me hubieran pisoteado? Ah, sí. Ya sé por qué. Porque había visto a mi mejor amiga besándose con el chico de mis sueños. No podía quitarme aquella imagen de la cabeza. No exageres, no fue un beso, ni siquiera se rozaron los labios, decía una vocecilla bastante molesta dentro de mí. Además, ¿crees que Amy intentaría algo con Harry sabiendo lo mucho que te gusta? ¿Y por qué no? Ella es una chica increíble, ¿por qué Harry no iba a fijarse en ella? Al fin y al cabo, yo no era más que una fan medio histérica porque ha pasado media noche con sus ídolos. Tampoco podía pretender que porque él fuera mi “debilidad” tuviera que caer rendido a mis pies, no era lógico. No tenía ganas de nada, ni siquiera salí de la cama en toda la mañana aquel domingo. Cerraba los ojos intentando pensar en otra cosa pero solo veía los finos labios rosados de Harry acercarse peligrosamente a los de mi amiga. Era ahí cuando la envidia me invadía sin remedio. Pensé en llamarla varias veces y preguntarle si ella sentía algo por él, no digo que fuera a estar enamorada pero sí quizás una mera atracción física pero siempre que estaba tan solo a pulsar la tecla de llamar, me echaba para atrás. ¿Qué se suponía que iba a decirle? “Oye Amy mira te llamo para saber si te gusta Harry, era para avisarte de que es mío”. Patético. Deseché esa idea y me di media vuelta, encontrándome con uno de los miles de posters que adornaban la pared de mi habitación. Suspiré.

- Soy idiota, ¿verdad? –dije hablando con el papel.- En vez de estar saltando de felicidad por haber estado con vosotros, estoy aquí comiéndome la cabeza por algo que era improbable que pasara.-me levanté, me quedé mirándolos detenidamente.- ¿Cómo podía pensar que alguien como tú –miré la figura de Harry- se fijaría en alguien como yo? –puse los ojos en blanco y volví a tirarme en la cama.

Tienes que dejar de soñar despierta, me dije a mí misma.

Amanda Turner

Bajé a desayunar bastante tarde porque entre otras cosas, no quería ni ver a mi padre. Por suerte, habían salido así que estábamos solos mi hermano y yo, aunque él no había dado señales de vida todavía. Me preparé un tazón de leche con Nesquick y puse la cafetera, sería una buena hermana y le subiría un café. Me puse a tararear I knew you were trouble de Taylor Swift mientras esperaba que el café estuviera listo. Preparé un par de croissants que rellené con nocilla, serví el café en una taza, le eché un par de cucharadas de azúcar y lo puse en una bandeja para subirlo a la habitación después de coger también, una pastilla para el dolor de cabeza que seguramente tendría en cuanto se despertara.

- Toc, toc, servicio de habitaciones.-dije.

- ¿Amy?

- No, soy el coco.-reí entrando en la habitación.

- ¿Me has hecho el desayuno? ¡Cómo te echaba de menos, tortuguita!

- Así me llamaste anoche.-dije mientras me sentaba a su lado. Puse la bandeja en el medio y empezamos a desayunar.

- ¿Dije muchas tonterías? –asentí con la cabeza enérgicamente.- Mierda.

- Pero estabas graciosísimo.-contesté mientras mordía mi croissant.- La mejor parte fue cuando me preguntaste si me gustaba Niall y al decirte que no, tú dijiste “pues a mí sí”.-reí.

- Oh, Dios. Dime que te lo acabas de inventar.

- Que va, luego lo arreglaste diciendo que te gustaba una de las novias de los chicos.-abrió mucho los ojos y se atragantó, empezó a toser.- Eh, no te me mueras, Dani.-dije dándole pequeños golpes en la espalda.

- ¿Quién dije exactamente que me gustaba? –preguntó frunciendo el ceño.

- No te aclarabas, no distinguías a Eleanor de Perrie.-me encogí de hombros. Mi última respuesta dio paso a unos minutos de silencio.- Oye, Dani.

- ¿Mm?

- ¿Es verdad que te gusta alguna de ellas? –negó rápidamente con la cabeza. Le miré alzando una ceja.- Vamos, sabes que puedes contármelo.-le animé. Resopló.

- Es Perrie.-admitió.- Llevo enamorado de ella desde que Zayn nos la presentó. Intento no pensar mucho en ello, ¿sabes? Porque total, es algo imposible.-explicó.- Zayn es un tío genial además de mi amigo, y las novias de los amigos no se tocan, por mucho que la quiera.-No dije nada, solamente le abracé.- No te preocupes, estoy bien.-sonrió levemente. Carraspeó, haciéndome saber que quería cambiar el tema de la conversación.- ¿Y tú qué? Te vi besando a Harry anoche.

- ¿Qué? No. No fue un beso.-dije.

- ¿Ah, no?

- Por supuesto que no. Él estaba demasiado borracho, iba a besarme en la mejilla pero se desvió un poco, nada más.-conté.

- Está bien, está bien.-rió.- Por cierto, yo tenía que preguntarte algo.-dijo volviendo a ponerse serio.

- Dispara.

- ¿Dónde te metiste el lunes por la tarde? –Cierto. Él me había cubierto diciendo que estaba en la biblioteca pero no le había contado nada aún.

- Estuve con Nick.

- ¿Nick Carter?

- El mismo. Y ya sé lo que vas a decir: que papá me prohibió verle y bla, bla, bla pero siempre ha sido mi mejor amigo y ahora nos hemos vuelto a encontrar en el instituto…

- ¿Sigues enamorada de él? –me interrumpió.

- No. Bueno no lo sé. Llevaba dos años sin verle.

- A mí tampoco me gusta para ti. Además, es dos años mayor que tú.

- ¿Y eso qué más dará?

- Solo te digo que tengas cuidado, como papá o mamá se enteren de que estás viéndole, vas a estar castigada para toda la vida, tortuguita.

- Lo sé.-sonreí.- Por eso tengo al mejor hermano del mundo que me ayudará cuando lo necesite, ¿verdad? –ambos reímos y besé su mejilla.

Fue un domingo bastante aburrido que pasé encerrada en mi habitación o con Dani, ya que ambos estábamos demasiado enfadados con mi padre como para estar en la misma habitación que él. Pero durante ese día aburrido, entre mi hermano y yo trazamos un pequeño plan para recuperar nuestros preciados teléfonos móviles. Al día siguiente, como rutina habitual, mi padre y mi madre salieron de casa muy temprano para ir a la empresa. Sin ni siquiera desayunar, entramos en el despacho de mi padre y nos pusimos como locos a buscar los móviles hasta que dimos con ellos.

- Travesura realizada.-dije al salir del despacho y chocamos nuestras manos riendo.

Después de arreglarme, con más rapidez que Dani porque entraba antes a clase, salí de casa, rumbo al instituto una semana más. Me puse el ipod a todo volumen mientras caminaba y me puse a mirar por el camino los distintos mensajes de whatsapp que tenía. El primero de Eli, ayer, sobre las cinco de la tarde, quería dar una vuelta. El segundo de Harry, preguntándome si estaba sufriendo la misma resaca que él. Y luego, un montón de mensajes que venían del mismo grupo. Un grupo en el que no estaba antes de que me requisaran el teléfono. Me metí a leer los mensajes del grupo titulado “party hard” para encontrarme con un montón de mensajes de los chicos de One Direction.

Buenos días.-les saludé.

¡Amy! Ya pensábamos que te pasaba algo, como no dabas señales de vida…-escribió Liam.

Estoy bien, gracias por preocuparte, Leyum.

Cuéntanos, ¿dónde estuviste metida ayer? –ese era el rubito irlandés.

Seguro que por ahí, con su novio y se olvidó de nosotros.-Malik. Reí.

Mi padre nos pilló el sábado cuando volvimos a casa. Nos quitó el móvil.

Vaya, que mala suerte.-El ricitos.

Lo ves, aún eres una niña.-Vaya, acababan de estropear este grupo tan divertido.

No lo soy.-repliqué.

No, claro. Por eso te castigan como si tuvieras cinco años…Además, hasta todas esas pecas que tienes te delatan.-siguió.

Si que te has fijado bien en la niña, eh Lou.-escribió Nialler.

Uuh.-pusieron Harry y Zayn prácticamente a la vez.

Y hasta aquí el capítulo número siete de Our Little Secret. Espero que os haya gustado aunque no es gran cosa. Intentaré subir lo antes posible. Muchísimas gracias por todo.

Love, 

Sarai.