miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo 11.




Amanda Turner

Llevaba toda la tarde tirada en la cama, escuchando música y pensando en todo lo que había pasado el día anterior con Gin. Seguía sin entender por qué si se supone que es mi mejor amiga había decidido no creer ni una sola palabra que pronunciara respecto al tema Harry. Pensé en volver a llamarla para hablar con ella esa tarde, incluso pensé en invitarla a que viniera conmigo a la fiesta de los chicos pero supuse que sería inútil. La conocía demasiado bien. Era bastante cabezota y que apartara aquella estúpida idea de su cabeza me iba a costar mucho más de lo que me gustaría. No estaba en mi mejor momento para salir de fiesta pero la noche prometía ser divertida y no iba a perdérmela. Me metí a la ducha y conseguí que el agua me relajara un poco. Salí rodeando mi cuerpo con una toalla y el pelo en una más pequeña. Caminé unos pasos hasta mi habitación y abrí el armario para elegir la ropa que llevaría. Me decanté por unos pantalones largos, azules desteñidos que remangué hasta el tobillo para que se viera la doblez de un azul más oscuro, haciendo contraste con el resto del pantalón. Elegí una camiseta de manga corta blanca, con la palabra smile escrita en el medio en letras mayúsculas de color negro. Después de vestirme me dirigí nuevamente al cuarto de baño, me deshice de la toalla que llevaba en el pelo y me lo sequé un poco con el secador. Lo dejé suelto, por lo que quedaba un pelín ondulado y a continuación, me pinté la raya inferior del ojo con el lápiz negro, me puse un poco de colorete rosa, me eché rímel y por último, me pinté los labios de un brillo rosa clarito. Volví a la habitación y en una pequeña mochila de esas que se encogen por la parte de arriba metí el móvil, el monedero con algo de dinero por si a la vuelta tenía que coger un taxi y mi inseparable cámara de fotos. Seguro que la noche de hoy daba para hacer unas cuantas. Me puse mis converse blancas bajitas y salí de la habitación.

- ¿Dónde va usted a estas horas, tortuguita? –preguntó mi hermano a mi espalda.
- ¿Qué versión quieres? ¿La de papá o la buena? –ambos reímos.
- Las dos.
- La de papá es que estaré con Eli en su casa. La buena, que iré a casa de Harry.
- Pues que lo pases bien, si necesitas algo, ya sabes dónde estoy.-me dijo. Sonreí y nos abrazamos.

Bajé las escaleras rápidamente y, después de decirle a mi padre que estaría en casa de Eli, salí para poner rumbo a la casa de Harry. Por la mañana, Zayn me había enviado la dirección y me había indicado cómo llegar hasta allí. Cogí el metro y tras algún trasbordo y unas cuantas paradas, salí en la estación que me había indicado. Según él, ahora tenía que girar a la derecha, luego a la primera a la izquierda y habría llegado. Debe ser esta calle, pensé. Ahora tenía que buscar el número 12. Caminé un par de veces por la calle pero no había ni rastro de la casa correspondiente a ese número, la última casa de la calle tenía el 10. Volví a hacer mentalmente el recorrido desde que salí del metro. Había seguido sus indicaciones pero estaba claro que algo había hecho mal. Miré a ambos lados de la calle, afortunadamente aún no había anochecido del todo y un señor mayor se acercaba a donde me encontraba.

- Disculpe, ¿sabe cómo llegar a esta dirección? –le pregunté educadamente, enseñándole el móvil donde tenía apuntado la calle.
- Sí, claro. Es justo al contrario.-
- ¿Está seguro?
- Completamente.-
- Vale, muchísimas gracias.-dije despidiéndome de aquel hombre y caminé sobre mis pasos, de vuelta a la parada del metro para hacer el mismo recorrido pero totalmente al revés.

Me aseguré de que en la placa que se encontraba en una de las fachadas ponía el nombre de la calle y continué, buscando de nuevo el número 12. Casi al final, lo encontré. Reconocí aparcado en la puerta el coche que había chocado hacía ya unas semanas con el de mi madre y me dirigí a la puerta. La verja estaba abierta así que caminé hasta la puerta de entrada a la casa. Llamé al timbre un par de veces y mi amigo de rizos no tardó en abrirme.

- ¿Estás segura de que no eras fan nuestra? –preguntó nada más abrir. Le miré extrañada.- Mírate, vas vestida al estilo Tomlinson.
- Pues no tenía ni idea. Lo juro.-respondí.
- Debes saber que él suele llevar los pantalones remangados y.-enfatizó el “y”.- no lleva calcetines, vamos, igual que tú hoy. Aparte de rayas y tirantes, ya lo irás viendo.-empezó a explicarme mientras me conducía por un largo pasillo. Llegamos al salón donde estaban los otros cuatro chicos y una chica sentada al lado de Louis que no reconocí.
- Hola.-los saludé.- Soy Amy.-me presenté a la otra chica.
- Ronnie.-contestó.
- ¡Pequeñaja! Ya pensábamos que te había pasado algo.-dijo Nialler en cuanto entramos.
- En realidad sí que me ha pasado.-le contesté.
- Creí que a las niñas no os dejaban salir por la noche.-comentó Louis. Ya empezaba con lo mismo de siempre.
- Te equivocabas.-respondí indiferente. No pensaba dejar que me amargara la noche.
- ¿Y bien? –preguntó Liam.- ¿Qué te ha pasado para llegar tan tarde? –Había aparecido media hora más tarde de lo acordado.
- Pues la cosa es que me he perdido al salir del metro, he caminado justo al contrario.-expliqué y Zayn en su intento fallido por aguantar la risa, soltó una gran carcajada.- ¡Serás capullo! Me indicaste mal a posta, ¿verdad?
- Lo siento Amy, no pude resistir la tentación.-dijo y automáticamente me le eché encima, dándole varios golpes que para él debieron suponer simples cosquillas.
- Haya paz.-intervino Liam.-
- Esta me la vas a pagar, Malik.
- Estáis todos de testigos, ¡acaba de amenazarme! –dijo señalándome con el dedo.
- Te lo has buscado tú solito.-me defendió Liam.
- Leeyum es el único que me quiere.-dije como una niña pequeña y besé la mejilla de Liam mientras él me abrazaba.
- Anda, ven, te enseñaré la casa.-me propuso Harry.

Harry Styles

La cogí de la mano y la llevé por el pasillo hasta la cocina para empezar el tour por mi casa. Luego subimos a la planta superior que constaba de cuatro habitaciones: tres de invitados y la mía; una sala donde normalmente los chicos y yo pasábamos las horas muertas jugando a la play, un cuarto de baño, un vestidor y una terraza.

- He reservado lo mejor para el final. Cierra los ojos.-cuando me aseguré de que lo había hecho, abrí la puerta de cristal que daba a la terraza.- ¡Tachán! –exclamé con los brazos abiertos. Ella abrió los ojos y sonrió caminando hasta la barandilla para asomarse. Desde allí tenía unas vistas espectaculares de la capital inglesa.
- Es precioso.-
- ¿Verdad que sí? –asintió pero la sonrisa que antes me había mostrado había desaparecido. A decir verdad, desde que habíamos empezado a recorrer la casa, la notaba algo extraña.- Amy.-la llamé, colocándome a su lado.- ¿Te pasa algo?
- No, no es nada.-sonrió forzosamente.
- ¿No confías en mí?
- Claro que sí.
- ¿Entonces? Venga, cuéntamelo.-la animé dándole un ligero toque en el brazo que la hizo sonreír.
- ¿Te acuerdas de Gin? –asentí con la cabeza. ¿Cómo me iba a olvidar de aquella loca pelirroja? – Pues es que estamos enfadadas, bueno, más bien es ella la que no me habla.-pregunté la razón con un leve movimiento de cabeza.- Verás, es que…ella está celosa: piensa que tú y yo estamos juntos.-reí levemente.- No tiene gracia, Harold, le he dicho que no es verdad pero no me cree, ¡ya no sé en qué idioma decírselo!
- Prueba en chino.-bromeé.- Auh, no me pegues.-dije sobándome el brazo derecho.- ¿Y por qué cree eso?
- Dice que me besaste en la discoteca aquella noche.-explicó. Fruncí el ceño haciendo memoria. Si eso había ocurrido no lo recordaba.
- ¿Y lo hice? –ella negó con la cabeza.- Menos mal.-ella abrió los ojos como platos y reí levantando las manos.-No me malinterpretes. Eres una chica preciosa pero eres mi amiga. De hecho, hacía muchísimo tiempo que no encontraba una chica que pudiera ser eso, es como si desde el primer día hubiera sabido que te convertirías en mi mejor amiga.-dije abrazándola de lado.-
- ¿Tu mejor amiga? –dijo mirándome de reojo.
- Sí, señorita. La mejor. ¿Sabes cuánto tiempo llevo sin poder hablar con una chica que no se acerque a mí solo para ligar conmigo? Ya sé que estoy de muy buen ver pero uno también necesita amigas.
- Tú y la modestia no os lleváis bien, ¿no? –preguntó divertida. Ambos reímos.
- Volviendo al tema de tu amiga, ¿por qué no la llamas y que se venga? No sé, quizás así pueda quitarse sus paranoias de encima.-sugerí.
- Lo pensé esta mañana pero no me coge el teléfono.
- A Harry Styles no podrá resistirse.
- La va a dar algo como escuche tu voz al otro lado del teléfono.-dijo buscando el número entre sus contactos.
- Entonces, ten preparado tú el número de la ambulancia por si acaso.-la guiñé un ojo mientras marcaba el número en mi móvil. Me lo puse en la oreja y esperé a que lo cogiera. Un toque. Dos.
- ¿Sí? ¿Quién es?
- Hola Gin.-saludé.- ¿Te acuerdas de mí? Nos conocimos en el meet and greet del último concierto en Londres y estuvimos bailando hace unas semanas en la nueva discoteca.
- ¿Harry? –preguntó dudosa. Amy reía por mi anterior explicación.
- El mismo, sí.-contesté.- Tu amiga Amy quería invitarte a la pequeña fiesta que he organizado hoy en mi casa pero dice que no contestas sus llamadas así que, te invito yo en persona, ¿qué me dices?
- Yo…n-no sé.
- Vamos anímate, está Amy; Ronnie, una amiga de Louis; los chicos y yo.-insisití.- Te envío ahora mismo la dirección y, si quieres, te unes a nosotros después de cenar, ¿de acuerdo? Hasta dentro de un rato, Gin.
- Adiós Harry.-dijo antes de que colgara.
- No ha dicho que sí.-habló Amy.
- Vendrá. Ya lo verás.-guardé el teléfono en el bolsillo del pantalón y bajamos de nuevo con los demás.

Veronica Reed

El timbre sonó interrumpiendo la conversación, medianamente normal por raro que suene, que los seis manteníamos mientras esperábamos a la persona que faltaba por llegar. Harry se levantó a abrir y unos segundos después, apareció abrazando por los hombros a una chica más bajita que él, rubia con mechas rosas y ojos verdes. Nos saludó a todos en seguida, y se presentó confirmando que ella era Amanda. Después de una pequeña pelea que mantuvo con Zayn y que terminó en risas, Harry se la llevó de la mano a enseñarla toda la casa. Entonces recordé a Gin y su excusa para no aceptar mi invitación. Los había observado a los dos cuando entraron en el salón pero no me pareció en absoluto que mantuvieran una relación, más bien mi instinto me hacía pensar que eran una especie de mejores amigos, entre los que había bastante confianza. De hecho, por su anterior aparición en escena, parecía que aquella chica tenía confianza con todos los miembros de la banda excepto con mi querido amigo. Asunto en el que indagaría más tarde. Ellos dos solo habían intercambiado dos frases y no de buenas maneras precisamente.

- Levantad los culos, vagos. ¡A poner la mesa! –dijo Harry entrando de nuevo en el salón.

Le hicimos caso y nos dividimos las tareas: Niall, Liam, Amy y yo pondríamos la mesa en el salón mientras Harry terminaba de cocinar la cena y Louis y Zayn hacían de pinches en la cocina. Aproveché la ocasión para acercarme a Amy y entablar una conversación con ella.

- ¿Cómo hemos ido a parar tú y yo esta noche con estos cinco locos? –comenté mientras colocaba los cubiertos y ella ponía los platos. Se encogió de hombros.
- Supongo que nos va el riesgo.-contestó y reímos.
- Buena respuesta.
- Menos hablar y más poner la mesa, señoritas.-nos regañó Niall, entrando con un vaso en una mano y una patata frita en la otra.
- Y tú deja de comer.
- Y aprovecha los viajes, como tengas que poner los siete vasos de uno en uno podemos morir de asco.-contraatacamos las dos. Él, en respuesta, nos sacó la lengua.

Ginger Bennet

Me había quedado a cuadros cuando distinguí su voz ronca al otro lado del teléfono. Por segunda vez en el día me proponían lo mismo. ¿Lo rechazaba de nuevo? Por supuesto que sí/no. La respuesta negativa la gritó la vocecita de mi cabeza. Vamos, te ha llamado él en persona, ahora no puedes decir que no te han invitado. Seguramente solo lo haya hecho porque Amy se lo habrá pedido. Deja de ser tan idiota. Te ha invitado. Él. Harry. Ese chico de ojos verdes y hoyuelos adorables. Así que haz el favor de bajar a cenar, luego te arreglas y sales como alma que lleva el diablo hasta su casa. No tengo la dirección. Dijo que me la mandaría pero hace ya más de diez minutos que hablé con él y ni rastro del mensaje prometido. Como si se tratara de cuestión de brujería, mi móvil sonó. Era él. El mensaje con la dirección. No pongas más pretextos. Cállate de una maldita vez, no me dejas pensar con claridad, grité interiormente.

- Gin, la cena está lista.-bajé las escaleras y me senté en mi sitio de todos los días. Frente a mi padre y al lado de mi madre.  
- Creí que saldrías por ahí. No sueles quedarte en casa los viernes por la noche.-comentó mi padre.
- La verdad es que sí que voy a salir.-Wohooo!, celebró la vocecita interior.- Me acaba de llamar Amy. Me voy en cuanto cene.-dije.

Dicho y hecho. Cuando terminé de cenar, mi madre me dio permiso para ir a vestirme en vez de ayudarla a recoger y subí a mi habitación. Saqué del armario unos pantalones negros, me puse una camiseta verde flúor y lo acompañé con mis vans negras. Me recogí el pelo en una coleta alta y prácticamente no me maquillé. Cogí un bolso pequeño y, después de despedirme de mis padres, me monté en el metro para dirigirme a casa de Harry.

Bueno, bueno, aquí tenéis el último capítulo que subiré hasta que vuelva de vacaciones. Gin ha decidido ir a la fiesta, ¿qué creéis que pasará? ¿Comprenderá que entre Harry y Amy no hay nada? ¿O seguirá encabezonada en que sí? En fin, me despido de vosotras hasta el día 12 de agosto que es cuando vuelvo pero no esperéis capítulo el mismo 12 porque seguramente estaré de viaje de vuelta y no me dé tiempo, pero prometo que intentaré subir el 13. Luego estaré unos días en mis dos pueblos, en uno probablemente pueda subir, en el otro no creo pero igualmente escribiré y a ver si después, cuando esté definitivamente en mi casa os puedo recompensar estos días sin capítulo con una maratón o algo, no sé, ya se verá. Espero no haberos dejado con mucha intriga, que no quiero que nadie lo pase mal en mi ausencia (aunque me tendréis por twitter para lo que queráis). JAJAJAJA Es broma, ya paro. No me enrollo más, pasadlo bien en lo que queda de verano que ya va siendo más bien poco. Muchísimas gracias y nos leemos a la vuelta.
Love,
Sarai.

domingo, 28 de julio de 2013

Capítulo 10.




Amanda Turner

Llevaba toda la semana castigada, y el lunes, después de volver a casa, mi móvil al igual que el de mi hermano volvía a estar confiscado. Algo tenía que hacer para librarme de aquel dichoso castigo pero aún no sabía el qué. De todas maneras, hoy jueves, había quedado con Gin y mañana iría a casa de Harry a pasar un rato divertido con aquellos locos y por mi cabeza no pasaba la idea de perderme ninguna de las dos cosas. Hoy no iba a ir al gimnasio, había quedado con Gin sobre las cinco en un Starbucks del centro, así que me vestí con un vaquero, una camiseta de manga corta amarilla y las converse. Cogí el bolso con el monedero y una sudadera blanca por si al tiempo londinense le daba por cambiar de repente. Bajé las escaleras con cuidado. El plan de hoy era salir sin que se enteraran.

- ¿Dónde vas hija? –preguntó mi madre. Pues sí que empezamos bien.
- Esto…-piensa rápido, Amy, piensa.- A la biblioteca, tengo que coger un libro para literatura, es una de las lecturas obligatorias, entra en el exámen.-expliqué rápidamente.
- ¿Has dicho que vas a la biblioteca? –dijo mi hermano bajando las escaleras. Asentí.- Pues voy contigo, necesito mirar unos manuales para clase.
- No os entretengáis mucho, sabéis que vuestro padre os tiene castigados.-dijo sonriendo mi madre. Cada uno besamos una mejilla y salimos de casa. Seguramente a mi madre no la habíamos engañado ninguno de los dos pero también sabía que no se lo diría a nuestro padre.
- Me voy corriendo que ya llego tarde.-le dije a mi hermano en cuanto estuvimos fuera.
- ¿Quedamos aquí a las ocho? Lo digo para que se trague papá lo de la biblioteca.-
- Perfecto. Hasta luego, Dani.
- Pásalo bien, tortuguita.-besé su mejilla y salí prácticamente corriendo en dirección a la boca de metro más cercana a mi casa.

Ginger Bennet

En cuanto llegué del instituto y terminé de comer, me puse a hacer todo lo que nos habían mandado para el día siguiente. Sobre las cuatro y media de la tarde, me vestí de nuevo con la ropa con la que había ido a clase y salí para encontrarme con Amanda en uno de los Starbucks céntricos de Londres. Cuando llegué, ella aún no estaba así que decidí entrar para coger una mesa y esperarla dentro. Unos minutos después, apareció, con las mejillas ligeramente sonrosadas y un poco agitada. Debía de haber venido corriendo.

- Siento llegar tarde, sigo castigada y he tenido que dar explicaciones cuando me han visto que iba a salir.-se disculpó.
- No importa.-sonreí.
- ¿Lo de siempre? –preguntó, asentí y se fue a pedir dos cafés. Volvió con ellos y se sentó en la silla frente a mí.
- Gracias.-dije antes de dar el primer sorbo a mi café.
- ¿Y bien? ¿Vas a contarme qué te pasa? –directa al grano.
- No me pasa nada, ya te lo dije, soy la Gin de siempre.
- Oh, venga ya, Gin. Saltémonos esa parte y vamos directamente a la que me cuentas por qué demonios estás rara conmigo, ¿qué he hecho? ¿Es porque no te avisé de que estarían los chicos en la discoteca?
- No claro que no es eso.-dije. Aquello había sido una grata sorpresa. ¿Qué hacía? Tenía que decírselo porque no pararía hasta que lo averiguara.
- ¿Entonces? ¿Te ocurrió algo allí? ¿Algún capullo te molestó? –negué con la cabeza.- Pues no lo entiendo, yo pensé que lo habías pasado bien. ¡Si hasta te vi bailando con Hazza! –Ah, genial. Ahora le llama por su apodo.
- Es mejor que lo dejes, Amy, en serio.-
- De eso nada, hemos quedado para hablar y no pienso irme a casa sin saber qué te pasa. Así que tú misma.-resoplé.- Vamos, suéltalo de una vez.
- Ag, está bien.-di un sorbo al café.- ¿Entre Harry y tú hay algo? –ella se atragantó y empezó a toser varias veces.- Me lo imaginaba.
- No, no, no, no y mil veces no. ¿Cómo se te ocurre pensar eso? -¿Y a ti cómo se te ocurre hacer esa pregunta?
- Vamos, Amy, sé sincera tú ahora.
- Lo estoy siendo. No hay nada. Cero.
- Ya, claro.-me levanté de la silla dispuesta a irme de allí.
- Espera Gin, no te vayas.-dijo agarrándome del brazo.- Te he dicho la verdad. No ha pasado nada entre nosotros. Simplemente nos hemos caído bien y somos amigos.
- Por eso te besó aquel día en la discoteca, ¿no? Porque os caéis bien.
- No me besó.
- ¿También lo vas a negar? Sé lo que vi, ¿vale?
- Vistes mal, entonces.-
- Seguro.-me deshice de su agarre y empecé a andar hasta la puerta.
- Gin.-volvió a llamarme. Me giré para mirarla.
- Es igual, Amy. En el fondo me alegro de que mi mejor amiga esté con uno de mis chicos.-dije antes de abrir la puerta para irme.

Amanda Turner

No podía creerme lo que acababa de pasar. Ahí me había quedado, de pie al lado de la mesa con cara de imbécil. ¿Por qué demonios no me creía? Salí de allí sin poder quitarme de la cabeza la cara de mi amiga al pronunciar su última frase. Estaba dolida, se veía en su mirada. Caminé hasta el metro mientras pensaba en cómo podía arreglar todo este malentendido que se había formado. Miré el reloj de mi muñeca para asegurarme de que llegaba a la hora acordada a casa y cuando giré en la esquina antes de entrar en mi calle, vi a mi hermano aparecer por el otro extremo. Llegamos casi a la vez y nos saludamos.

- ¿Qué tal ha ido la tarde? –me preguntó.
- Fatal.-contesté antes de llamar al timbre. Mi madre abrió y después de saludarla, entramos. Mi padre se encontraba en el salón. Subí a mi habitación, entré y me tiré en la cama.
- ¿Y eso? ¿Qué ha pasado? –preguntó mi hermano cerrando la puerta tras él.
- Había quedado con Gin. ¿Recuerdas que te dije que estaba rara? –asintió mientras se sentaba en la cama.- Pues ya sé por qué: cree que Harry y yo estamos juntos.
- ¿Y tú qué le has dicho?
- Pues la verdad: que no hay nada de nada. Pero no me ha creído. Es mi única amiga de verdad, Dani, aparte de Eli. No quiero que esté así conmigo por algo que no ha pasado.-dije y él me abrazó.
- No te preocupes. Lo arreglaréis. Es como cuando de pequeñas os enfadabais por alguna muñeca. Siempre terminabais riendo.
- ¿Y tú dónde has estado?
- Con Josh, tomando un poco el aire. Con el dichoso castigo llevaba toda la semana encerrado.
- Aun continúa el castigo.-le recordé.
- Lo sé, lo sé.-rió.- Estoy deseando largarme de aquí a vivir por mi cuenta.-dijo tumbándose a mi lado.
- ¿Me dejarás ir contigo? –pregunté.
- Claro que sí. Josh me ha ofrecido irme con él pero antes quiero encontrar trabajo.
- Ya hablaré yo con Josh. Le haré la pelota para que me haga la misma oferta también.-ambos reímos de nuevo y nos quedamos un rato más allí tumbados, hablando de nuestras cosas.

Bajamos a cenar cuando mi madre nos llamó casi a voces. Aún seguíamos enfadados con mi padre pero si queríamos librarnos del castigo ahora que llegaba el fin de semana, teníamos que aparentar que se nos había pasado el cabreo y que estábamos dispuestos a pedirle disculpas. Y así fue. Tras mostrarnos arrepentidos y prometer en varias ocasiones que no volveríamos a “saltarnos” las normas, conseguimos que el castigo desapareciera y por lo tanto, recuperamos nuestros adorados teléfonos. Cuando terminamos la cena y recogimos la mesa, subí a mi habitación, me puse el pijama y me metí en la cama con el móvil en la mano. Había un montón de mensajes de estos tres días y me puse a leerlos y contestar.

Veronica Reed

Era viernes por la tarde y Louis me había dejado sola en casa porque había ido a acompañar a Eleanor al aeropuerto ya que esta iba a Manchester a pasar unos días con su familia. Decidí llamar a Gin y preguntarla si quería salir de compras conmigo, así además de conseguir algunos modelitos, hacía tiempo hasta que Louis volviera para ir a casa de Harry y pasar un buen rato con los chicos. Ella aceptó encantada y quedamos en vernos en el centro media hora después. Pasamos la tarde de tienda en tienda y haciendo un poco el idiota en los probadores con algunas prendas extravagantes. Al final, nos sentamos en una cafetería con dos bolsas en cada mano cada una.

- Estoy agotada.-exclamé sentándome en una silla.
- Lo mismo digo.-me imitó y esperamos a que un camarero llegara para tomarnos nota.

Aquella tarde había descubierto que no me equivocaba con Gin: era una chica muy agradable y divertida. Lo habíamos pasado estupendamente. Estuvimos un rato charlando mientras tomábamos un refresco y entonces tuve una idea.

- Oye Gin, ¿haces algo esta noche? –ella negó con la cabeza.
- ¿Por?
- Voy a ir a casa de Harry, con los chicos, a cenar y tomar algo, podrías venir. Solo vamos a ser dos chicas, yo y una tal, Amanda según me contó Louis. Necesitamos apoyo femenino con esos cinco.-expliqué soltando una risita después.
- No creo que sea buena idea.-respondió.
- ¿Por qué no?
- No he sido invitada.
- ¿Y qué crees que estoy haciendo ahora mismo? No creo que les importe que vengas.-insistí.
- De verdad, no me apetece.-se excusó.
- Gin, ¿te pasa algo? –negó levemente.- Sé que nos conocemos de hace poco pero si hay algo que quieras contarme, te escucho.-suspiró y pareció decidirse a hablar.
- La tal Amanda.-empezó a decir.- Es mi mejor amiga.
- No veo el problema, ¡mejor entonces!
- Hay un problema. Ella tiene algo con Harry aunque lo niegue y bueno, yo…-no la dejé acabar.
- Te gusta Harry.-asintió.
- Sé que es una tontería porque él jamás se fijaría en alguien como yo pero prefiero no ver cómo lo pasan bien juntos. Por no hablar de que no soy amiga de ninguno de ellos, tan solo una de las miles de fans que los han conocido, afortunadamente, en un meet and greet.- me quedé mirándola, sin saber bien qué decir.
- No digas eso mujer. Eres una chica estupenda, ¿por qué no iba a fijarse en ti?
- Porque ya se ha fijado en ella. Y está bien, me alegro por ellos pero no sé, creo que tengo que asimilarlo.-contestó. Miré el reloj.
- Gin, lo siento pero tengo que irme, he quedado con Louis en que me recogería a esta hora.
- Claro, no te preocupes.-sonrió.- Pasadlo bien esta noche.
- Si te lo piensas mejor y quieres venir, llámame, ¿vale?
- No lo creo, pero vale.-nos dimos un abrazo de despedida.- Llámame cuando vuelvas a Londres y nos vemos.
- Por supuesto.-contesté. El domingo volvía a la universidad para hacer los exámenes pero seguramente, estaría en Londres en cuanto los terminara. Tenía pensado cambiarme de universidad, allí no estaba a gusto.

Salí del centro comercial y unos minutos después vi aparecer el coche de Louis, me subí y condujo hasta su casa. Una vez allí, ambos nos pusimos a arreglarnos. Me di una ducha y me puse unos vaqueros largos claritos acompañados de una camiseta roja de media manga, un poco ancha. Me calcé unas converse rojas y cogí una cazadora negra por si hacía frío. Metí el móvil y un par de cosas en el bolso y bajé al salón a esperar a Louis.

- Listo, ¿nos vamos?
- Cuando usted quiera.-dije y reímos.

Salimos de la casa y nuevamente, nos montamos en el coche. Louis condujo hasta un barrio algo más cercano al centro de la ciudad que en el que él vivía y aparcó frente a una bonita casa con la fachada de ladrillos. Bajamos del coche y nos acercamos a la verja que estaba abierta, entramos y caminamos unos metros por un pequeño caminito de piedras que atravesaba el jardín hasta la puerta de entrada. Louis llamó al timbre y escuchamos un “ya voy” desde dentro. Segundos más tardes, el chico de pelo rizado abrió la puerta y saludó a Louis con un abrazo.

- Hazza, ella es Ronnie.-me presentó Louis.
- Así que tú eres la famosa Ronnie, amiga desde tiempos remotos de Louis.-habló Harry.
- Exacto.-reí y me saludó también con un abrazo.
- Encantado.
- Igualmente.
- Venga, pasad. Los chicos ya han llegado.
- ¿Somos los últimos? –preguntó Louis.
- Aún falta Amy.-respondió él.

Nos condujo a lo largo del pasillo hasta el salón donde efectivamente, estaban los otros tres chicos. Hicimos las presentaciones y nos sentamos en el sofá a charlar mientras esperábamos que llegara la persona que faltaba.

¡Hola! Aquí el capítulo 10. Espero que os haya gustado, ¿Qué pensáis de la actitud de Gin? Bueno, no me enrollo mucho hoy, intentaré subir antes de irme de vacaciones. Muchísimas gracias.
Love, 
Sarai.