Amanda Turner
Josh me llevó a casa y aprovechó ya la ocasión para
saludar a mi hermano. A la mañana siguiente, me despertó el ruido del timbre.
- ¿Se puede saber quién es tan temprano? –gruñó mi
hermano desde su habitación. En vista de que nadie parecía estar dispuesto a
levantarse y descubrir a la persona que se atrevía a llamar al timbre a las
nueve de la mañana un domingo, me bajé de la cama y fui a abrir.
- ¡Buenos días! –dijo prácticamente gritando.
- Gin, ¿qué haces aquí?
- Soy tu profe, ¿recuerdas? –dijo como si fuera algo
evidente.
- Estás como una cabra.-comenté.- Mi hermano te va a
matar.
- ¡Sobreviviré! –dijo riendo.- ¿No me invitas a pasar? He
traído algo de desayunar.-hizo un pequeña pausa.- Del Starbucks.
- ¿Starbucks? Pasa, pasa.-
- Interesada.-murmuró al pasar por mi lado.
Pasamos toda la mañana en mi habitación, “instruyéndome”
sobre la vida de aquellos cinco chicos, hoy concretamente sobre el pequeño: Harry
Styles. Como después de comer, no tenía nada que hacer y además, ya no estaba
castigada, decidí llamar a Eli y ver si podía quedar, teníamos una charla
pendiente. Quedamos sobre las seis de la tarde en el parque donde mi hermano,
Josh y ella solían estar con el skate, así que me puse unos vaqueros y una
camiseta de manga corta ya que hacía buen tiempo y tras coger el móvil y algo
de dinero, salí de casa. Al llegar, la vi sentada en el banco de siempre, con
el skate en sus pies. Me acerqué por detrás.
- ¡Bu! –la asusté.
- Que idiota eres.-dijo y reí. Me senté a su lado.-
- ¿Qué tal estás querida Eli? –le pregunté.
- Pues antes de que me asustaras, genial.-contestó
sacándome la lengua. Estuvimos un rato hablando, hasta que decidí sacar el
tema: me había dicho que había tenido problemas durante los dos últimos años y
quería saber qué le había sucedido.
- Bueno, creo que tienes algo más que contarme, ¿no?
–dije y ella suspiró.
- Mis padres se separaron.-empezó a hablar.- hace ya más
de un año.-la abracé de lado, frotando su brazo en un gesto tranquilizador.-
Fue porque mi madre encontró un rastro de pintalabios en una de sus camisas un
día, estuvo investigando a mi padre durante meses hasta que al final confirmó
sus sospechas al pillarle con otra entrando en uno de los hoteles del centro.
Le echó de casa al instante pero unos días después, decidió perdonarle. Todo
iba bien hasta que de nuevo, le encontró con otra mujer distinta. Esa vez fue
la definitiva. Empezaron con el papeleo del divorcio y ha sido complicado, no
se ponían de acuerdo en nada. Por suerte, cuando todo se solucionó, yo había
cumplido ya la mayoría de edad y decidí quedarme con mi madre en casa. Pero
vamos, que es como si viviera sola, ella no levanta cabeza, no tiene ganas de
nada y yo ya no sé qué hacer para animarla.-la abracé lo más fuerte que pude.
Tuvo que haber sido muy duro para ella.
Después de aquello, cambiamos de tema pero había algo que
me decía que el divorcio de sus padres no había sido solamente el problema que
había tenido, tenía el presentimiento de que había algo más que no quería
contarme. Volví a casa para cenar. Al terminar de ayudar a mi madre a recoger
las cosas, subí a mi habitación pero, antes de entrar, pensé en preguntarle a
mi hermano sobre Elizabeth, él tenía que saber algo. Toqué dos veces con los nudillos
en la puerta.
- Pasa.-dijo desde dentro. Entré, cerré la puerta tras de
mí y me senté en su cama. Él estaba sentado en la silla, frente al ordenador.
- Dani, necesito tu ayuda.-Al pronunciar esas palabras,
dejó el ordenador, poniéndome atención.
- Dime.
- Es sobre Eli. Me dijo que había tenido problemas estos
dos últimos años, hemos estado juntas esta tarde y me ha contado lo del
divorcio de sus padres pero yo creo que pasa algo más, ¿tú sabes algo?
- En realidad no.-contestó.- Pero hace unos meses, un
día, así, de repente, dejó de salir con Josh y conmigo. No la veíamos para nada
y así pasaron unos tres días. Empezamos a preocuparnos por ella, eso no era
normal ya que nos veíamos todos los días, ya sabes que siempre estamos los tres
con el skate.-asentí con la cabeza.- El caso es que decidimos ir a su casa por
si había caído enferma o algo.-continuó su relato.- Su madre nos dejó pasar y
nos encontramos con una Eli totalmente distinta, estaba cambiada, triste.
Intentamos por todos los medios que nos contara lo que le había sucedido para
estar así, pero no había manera, ni si quiera se lo había contado a su madre.
Simplemente, de un día para otro, había dejado de comer y no quería salir de
casa.
- ¿Qué hicisteis entonces?
- Fuimos a su casa cada día después de clase y de los
ensayos de Josh, intentábamos animarla entre los dos y al final, después de un
mes, conseguimos que saliera y volviera a ser algo parecido a la Eli de antes.
Pero seguimos sin saber qué fue lo que causó aquello.
Lo sabía. Sabía que algo más pasaba allí. Mi hermano y
Josh no habían podido descubrirlo pero yo lo haría. Ella era mi amiga y,
probablemente, si hubiera estado aquí a su lado, me lo habría contado.
~
Lunes. Sonó el despertador a las siete de la mañana. Me
vestí rápidamente después de darme una ducha y dejé que se me secara el pelo mientras
desayunaba junto a mi familia. Cogí la mochila con todas mis cosas y salí de
casa. Fui escuchando música hasta que entré en el instituto y me encontré con
Nick. Charlamos un rato hasta que el timbre indicando el inicio de las clases,
nos interrumpió. Las horas pasaron bastante lentas para mi gusto pero llegó la
bendita hora de la salida. Había quedado con Nick en vernos en la puerta de
entrada para después irnos a pasar una tarde recuperando el tiempo perdido.
- Podemos irnos.-dijo llegando a mi lado, después de
besarme la mejilla.
- ¿Y dónde vamos? –pregunté.
- Si quieres a mi casa, puedo cocinarte algo.
- ¿Ahora cocinas? –pregunté sorprendida.
- Te has perdido muchas cosas, Amy.-dijo riendo y
empezamos a andar hasta su casa. La verdad es que prefería ir allí, así las
posibilidades de encontrarme con mi padre o mi madre, disminuían
considerablemente.
Llegamos a su casa unos veinte minutos después de caminar
por las calles londinenses. Su casa seguía tal y como la recordaba, al menos la
fachada y ese pequeño jardín que tenía a la entrada. Sacó las llaves de su
mochila y abrió la puerta.
- ¿Y tu padre? –pregunté cuando entré.
- Ya sabes, siempre trabajando.-dijo rodando los ojos.
Reí. Esa era otra de las cosas que teníamos en común: nuestros padres pasaban
más tiempo en el trabajo que en casa.- Bueno, siéntate, husmea un poco por ahí,
haz lo que quieras mientras preparo algo de comer.
- De acuerdo.-sonreí.
Dejé la mochila en el pasillo, apoyada sobre la pared y
fui a “investigar” si todo seguía como antes. Subí a la planta de arriba y
entré en su habitación. Aún conservaba algunos de esos muñecos de acción con
los que solía jugar de pequeño pero la mayoría de las estanterías estaban
ocupadas por cd’s, algún que otro libro y pequeñas maquetas de diferentes
marcas de motos y coches. Me sorprendió bastante encontrar en su corcho un
montaje con fotos nuestras. Quité la chincheta que lo sostenía para ver mejor
las imágenes: en una salía haciéndome de rabiar, en otra poniendo caras raras
pero mi favorita sin duda era una en la que salía subida a su espalda,
besándole la mejilla.
- Que cotilla eres.-su voz me hizo sobresaltarme.
- Me has dado vía libre.-me excusé.-
- Vaya, veo que has encontrado mi tesoro.-dijo quitándome
la foto de las manos. Reí.
- Yo también conservo el mío.-sonreí. Tenía un montaje
igual solo que guardado, si mi padre viera que aún lo tengo, seguramente lo
tiraría a la basura.
- La comida está lista, señorita.
~
- Estaba buenísimo.-dije al terminar mi plato.- Eres un
buen partido, eh.-bromeé.
- Supongo.-se encogió de hombros, riendo.
- Dime, ¿alguna novia por ahí? –volvió a reír.
- Nada de nada. ¿Y tú qué? ¿Te ha conquistado algún
español?
- Que va. No he querido dejarme conquistar, hubiera sido
peor cuando volviera, ¿no crees?
- Sí, tienes razón. Bueno, ahora tienes a medio instituto
hablando de ti.
- Sí, seguro.-ironicé.
- Hablo en serio. Tienes a un par de chicos de mi clase
loquitos por ti.
- Anda ya, deja de mentir.-dije tirándole la servilleta, dándole
de lleno en el moflete.
- Te vas a enterar.-me amenazó y salí corriendo.
Como era de esperar, me atrapó unos minutos después para
torturarme con una sesión de cosquillas. Pasamos el resto de la tarde allí,
tirados en el suelo, contándonos todo lo que había pasado en ese tiempo que habíamos
estado separados. Por suerte, no había perdido a mi mejor amigo y eso era algo
que me hacía muy feliz.
- Creo que será mejor que me vaya ya, me voy a quedar sin
dormir para poder hacer los deberes, y todo por tu culpa.-le acusé mientras me
levantaba.
- Oye, que tú aceptaste sin pensártelo mucho.-se defendió
y le saqué la lengua.- pero sí, vete antes de que tu padre se entere que has
estado conmigo y te castigue de nuevo.-dijo divertido.
- Eres idiota.-le di en el brazo.- Nos vemos mañana.-cogí
mi mochila y me la colgué a la espalda.
- Claro. No estudies mucho.-rió antes de besar mi mejilla
y volví a casa.
Llegué después de media hora de música en mi ipod. Abrí la
puerta y me encontré de lleno con mi padre. Mierda.
- Hola, ¿qué tal el trabajo en la biblioteca? -¿Qué? ¿De
qué hablaba este hombre? Entonces mi hermano apareció por detrás haciéndome
señas.
- Ah, muy bien.-sonreí.- aunque aburrido.-dije
tranquilamente. Mi padre entró en el salón, saludé a mi madre y subí a mi
habitación.- Te debo una, Dani.-le dije al pasar a su lado, a lo que él
contestó con una sonrisa.
~
La semana había pasado antes de lo que me esperaba y ya
estábamos otra vez a sábado. Había decidido pasarme por el gimnasio al que iba
mi hermano y apuntarme, así haría algo por las tardes, un poco de ejercicio no
viene mal a nadie. Desayuné, me di una ducha y me vestí de manera deportiva:
unas mayas negras, una camiseta rosa de manga corta, cogí una sudadera por si
hacía algo de fresco y las deportivas. Metí el monedero y el móvil en una
pequeña mochila y salí de casa, como siempre, al ritmo de un poco de música.
Llegué al gimnasio, había bastante gente. Me dirigí a la recepción donde estaba
una chica de unos treinta años más o menos, con el pelo corto. Me dio la
información necesaria y decidí apuntarme durante un mes, podría hacer uso de
todas las instalaciones del gimnasio además de la piscina desde ese mismo
momento. Firmé un par de papeles y entré para ver todas las instalaciones.
- ¡Hey! –escuché a alguien gritar detrás de mí, estaba a
punto de salir de allí.- Hey.-repitieron.- Sí, a ti, Amanda, si mal no
recuerdo, ¿no? –me giré al escuchar mi nombre y me sorprendí al ver que el
chico de rizos recordaba mi nombre.
- Hola Harry.-le saludé.
- Te hemos visto de lejos y no sabíamos si eras tú.-dijo
y un poco más atrás, vi al moreno, Zayn, guardando una camiseta en su bolsa de
deporte. Se acercó a nosotros.
- Pues habéis acertado.-dije y reímos.- ¿Haciendo un poco
de ejercicio?
- Hay que mantenerse en forma.-dijo Zayn.- Las giras son
muy duras.-explicó.- ¿Tú?
- Solo he venido a ver las instalaciones, el lunes
empezaré. Hay que mantener la línea.-dije señalándome, causando las risas de
ambos.- Me alegra haber vuelto a veros, chicos.-les dije despidiéndome.
- Eh, espera Amanda.-dijo Harry.
- Amy mejor, por favor.
- Amy.-repitió.- Esta noche inauguran una discoteca en el
centro y vamos a ir porque además tenemos que animar a Liam, acaba de dejarlo
con su chica, ¿te apetecería venir? Puedes decírselo a Gin también.
- Me encantaría.-admití.- Pero ambas somos menores, yo
acabo de cumplir diecisiete, no nos dejan entrar.
- Ese no es problema.-dijo Zayn.-
- Exacto, llámame cuando lleguéis y uno de nosotros
salimos a buscaros.-dijo Harry.
- Está bien.-acepté. Saqué mi móvil para intercambiar los
números de teléfono.
- Perfecto. Entonces nos vemos luego.
- Genial, hasta luego chicos.-me despedí de ambos con un
par de besos en la mejilla y volví a casa.
Lo primero que hice fue ir a ver a mi hermano. Estaba
segura de que mis padres no me dejarían salir, al menos no sola, así que, una
vez más, necesitaba su ayuda. Ambos trazamos una especie de “plan”, diríamos
que íbamos juntos a tomar algo con Josh, Eli y Gin y así, no habría ningún
problema. Subí a mi habitación y cogí el móvil, cuando se lo dijera no me iba a
creer o peor, la iba a dar un ataque.
- Hola plasta.-dijo nada más descolgar.
- Hola tonta.-contesté.- Dime, ¿tienes algo que hacer
esta noche?
- No. Mi plan era ver una peli en la cama comiendo una
tarrina de helado.-dijo.
- Pues nada de helado ni de peli, acabo de conseguir un
plan mucho mejor.
- ¿De qué se trata?
- Tú solo ponte guapa que a las nueve paso a por ti.-dije
y sin decir nada más, colgué. Su cara iba a ser épica.
Bueno, aquí tenéis el cuarto capítulo, prometo que la cosa irá animándose a partir de ahora, que sé que al principio es todo un poco rollo. Aún así, espero que os esté gustando. Muchas gracias por todos los comentarios. Ah, por favor, pasaros por esta fic, es genial, ya veréis como os encanta tanto como a mi http://nadaesloqueparece-onedirection.blogspot.com.es/
Love,
Sarai.